Aplicando las Funciones Ejecutivas: La planificación

Publicado el 7 de diciembre de 2023

🖐Buenas tardes. Es un placer dar la bienvenida a otro capítulo de nuestra serie dedicada a las funciones ejecutivas, En esta entrega, nos sumergiremos en el tema de la planificación, una habilidad vital en el ámbito cognitivo y conductual.

Para aquellos que se unen hoy a esta lectura, les recomendamos iniciar su travesía por los dos primeros artículos. Allí establecimos el contexto y la importancia de las funciones ejecutivas, sentando las bases para comprender su relevancia en el día a día. Ahora, avanzamos hacia un aspecto crucial: la planificación.

¿Qué es la planificación?

La planificación u organización se pone en marcha cuando visualizamos las diferentes maneras que tenemos de solucionar un determinado problema y resulta imprescindible antes de poner en marcha la opción o alternativa escogida. Por ello podemos afirmar que es el paso previo a la toma de decisiones.

Se trata de una habilidad cognitiva fundamental que forma parte de las funciones ejecutivas y que podemos definir también como la capacidad para “pensar en el futuro”, de anticipar mentalmente la forma correcta en la que ha de ejecutarse una tarea o alcanzar una meta específica.

Es, por otra parte, una función imprescindible para llevar a cabo cualquier actividad, por cotidiana que sea. Empezar el día, organizar el desayuno, llevar a los niños al colegio, ir a trabajar, …requieren de pequeñas planificaciones, necesarias para el desempeño diario. Requiere pensar en el futuro, ya sea el más inmediato o uno un poco más lejano y, de esta forma, organizar con orden y estableciendo prioridades las acciones para conseguirlo. Constituye una actividad continua que no termina con la formulación de un plan, sino que implica reajuste permanente entre medio y fines.

La planificación y la priorización son habilidades que están estrechamente relacionadas. Además, otras como la previsión, la memoria de trabajo y la organización permiten planificar con éxito.

Esta función ejecutiva se da en tanto que el individuo es consciente de sus procesos cognitivos y tiene capacidad para regularlos. Para lograr esto se deben tener en cuenta los siguientes aspectos:

  • Conocer las metas que se quieren alcanzar.
  • Elegir las estrategias para conseguir los objetivos planteados.
  • Reflexionar sobre el propio proceso de elaboración de soluciones para comprobar si las estrategias son las adecuadas.
  • Evaluar los resultados para saber si se han logrado las metas iniciales.

¿Qué indicadores nos pueden alertar acerca de si un niño (o un adulto) tiene problemas con esta función ejecutiva?

Algunas señales de alerta serían:

  • Presenta dificultades a la hora de empezar a hacer los deberes.
  • Tiene problemas para saber cómo empezar una tarea importante, como el resumen de un libro.
  • Cuando empieza un proyecto, le cuesta acabarlo porque no es capaz de diseñar los pasos necesarios hasta finalizarlo.
  • Le resulta complicado recordar y completar todos los pasos a la hora de vestirse, prepararse la mochila y otras acciones básicas para completar el día.
  • No es capaz de priorizar las tareas.
  • Tiene problemas para ver de forma global una situación concreta que deba abordar.
  • No sabe cómo encontrar los objetos importantes cuando limpia su mesa de trabajo.
  • Se siente abrumado cuando tiene que planificar la jornada.

La priorización es otra habilidad compleja del funcionamiento ejecutivo que, cuando se logra, proporciona a la persona la capacidad de alcanzar objetivos. Decidir los pasos de un proceso y pensar en ese proceso para trabajar en las tareas más importantes, es una habilidad difícil para muchos niños. Esta habilidad posibilita la toma de decisiones sobre lo que es importante, lo cual encauza nuestras actividades para saber en qué centrarnos en primer lugar y qué otras cosas no son tan relevantes. Ser capaz de discernir las tareas que son necesarias de las que no tienen tanta importancia, es crucial.

Cuando se presenta esta dificultad en la planificación es importante ejercitarla con actividades para enseñar a priorizar. Algunas de estas actividades serían:

  • Discutir los pasos más importantes de las tareas. Lo que hay que hacer antes de hacer cualquier otra cosa.
  • Hablar sobre cómo preparar un bocadillo, hacer una cama o cualquier otra tarea con las que esté familiarizado y que formen parte de la rutina diaria.
  • Mostrarle fotos o contarle una historia y pedirle que opine sobre lo que le ha parecido el detalle más importante o una gran idea.
  • Hacer una lista con varias tareas y decidir la ejecución de estas por orden de importancia.
  • Hacer una lista de tareas a llevar a cabo a lo largo del día y marcar con un tic cuando estén hechas.
  • Realizar junto con el niño un mapa mental para planificar un proyecto de varios pasos.

 Hay que comenzar con proyectos pequeños, para ir avanzando en complejidad poco a poco.

Ejemplos para aplicar la planificación

A continuación, os dejamos con unos ejemplos de actividades que nos pueden ayudar a potenciar esta función ejecutiva.

  • Ejemplo 1:
  • Ejemplo 2:

Referencias bibliográficas:

  • Guerrero, R. (2020) Cómo estimular el cerebro del niño. Editorial Sentir. Madrid.
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