Hoy, para que puedas incorporarlas a tus supuestos prácticos, trataremos dos dificultades de aprendizaje que afectan a la escritura: la disgrafía y la disortografía.
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La disgrafía es una de las dificultades de aprendizaje relacionadas con la escritura.
Se trata de un retraso en el desarrollo y aprendizaje de la escritura, concretamente en la recuperación de la forma de las letras y las palabras.
Se manifiesta especialmente cuando el alumno/a realiza escritura libre, dictados o copias.
Es un trastorno funcional que afecta a la grafía, lo cual significa que no está originado por una lesión cerebral o por una deficiencia intelectual.
Para Ajuriaguerra (2004):
“Será disgráfico todo niño cuya escritura sea defectuosa, si no tiene algún importante déficit neurológico o intelectual que lo justifique. Son niños intelectualmente normales que escriben muy despacio y de forma ilegible”.
A la hora de establecer las causas de la disgrafía, no todos los autores coinciden. Pujals, G. (2002) afirma que existen cuatro causas principales:
La disortografía puede definirse como un problema no específico que, frecuentemente, los alumnos encuentran para aprender la ortografía.
Se trata de un conjunto de errores de la escritura que afectan a la palabra y no a su trazado o grafía.
Puede ser de dos tipos: adquirida y evolutiva
Entre las causas más comúnmente aceptadas a la hora de explicar esta dificultad se encuentran:
Las necesidades de este tipo de alumnado hacen que como docente debas tener en cuenta las siguientes consideraciones:
A la hora de realizar la evaluación debemos tener en cuenta:
Si el alumno presenta una disgrafía asociada, permitir el uso del teclado del ordenador o tablet para realizar las pruebas de evaluación (muy aconsejable de 4º nivel en adelante y dependiendo del nivel de manejo del niño o niña con las TIC).
Si el alumno presenta disortografía, las faltas de ortografía no deben influir en la evaluación y calificación de otros estándares de aprendizaje o criterios de evaluación que no se refieran específicamente a ortografía, ya que los estándares de aprendizaje concretan lo que el alumno debe saber, comprender y saber hacer en cada área.
Por lo tanto, su evaluación debe ceñirse a aquellos aprendizajes incluidos en los mismos.
Sería aconsejable permitir, en ese caso, el uso de los correctores ortográficos si las actividades de evaluación son en formato digital.
De cualquier manera, se le advertirá de dichos errores para que pueda ser consciente y mejorar.